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Roadtrip por Sudáfrica: (II) Ciudad del Cabo y sus alrededores

gigorlu

Actualizado: 13 sept 2019


En Ciudad del Cabo nos encontramos con nuestro quinto elemento, Steph, para arrancar la segunda etapa de este viaje, como le comenté en el post anterior.



La Previa

¿Que sabía de Ciudad del Cabo antes de empezar a planear este viaje?


+Que crecí escuchando una canción de Cacho Labandera y escrita por José Pedro Galaín, dedicada a Mandela, una de esas personas excepcionales que hacen cosas muuucho mas grandes que ellos mismos y que los trascienden. Gente que deja huella.



+Que tengo pendiente leer la biografía de Mandela.


+Que Mandela estuvo preso mas de la mitad de mis años de vida, encerrado en una celda a pocas horas de Ciudad del Cabo.


+Que éste viaje sería mi oportunidad de aprender más de una parte de la historia que me marcó mucho cuando estaba en el liceo. 


Primeras impresiones


En este viaje priorizamos el tiempo, por lo que si bien analizamos varias formas de llegar desde Johannesburgo a Ciudad del Cabo (tren, auto y avión), decidimos volar. Nos tomarmos un vuelo low cost de Mango por USD 60, que en algo más de una hora y media cruzó el país para aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Ciudad del Cabo.


Ni bien llegamos retiramos la camioneta que alquilamos desde Uruguay en la arrendadora First. Tuvimos algunos problemas con la arrendadora porque al llegar no nos dieron la camioneta que queríamos específicamente y tuvimos que hacer gestiones para que nos la cambiaran, lo que se tradujo en menos tiempo para recorrer. Lo que no es menor, cuando tenes dos días para recorrer la ciudad y sus alrededores.


Estábamos decididas en que queríamos el modelo que pedimos en primer momento, porque hicimos toda una investigación al momento de cerrar el arrendamiento y la elegimos por la capacidad de su baúl, y porque el equipaje no queda a la vista, algo fundamental cuando estás haciendo un roadtrip.


Alquilamos una Ford Tourneo por 5 días a USD 77 todo el alquiler por cada una. Prometimos sacarnos una foto al finalizar el viaje para recordar lo duro que fue reunirse con ella y adivinen que .... no cumplimos la promesa. Todo fue tan rápido que nos olvidamos de la foto.


Ni bien salir del aeropuerto ya puede palpitarse lo grande que es la ciudad.


Llegamos de mañana bien temprano, pasamos por el hostel dejamos nuestras mochilas, nos reunimos con Steph y después de compartir unos ricos mates arrancamos a caminar Ciudad del Cabo.



Nos quedamos en el hostel The Backpack por USD 18 la noche por persona, en la zona histórica de la ciudad. Muy lindo lugar. Excelentes habitaciones y el desayuno muy completo. Desde el patio tenes una linda vista de uno de los espectáculos naturales mas impresionantes de la ciudad, la Table Mountain.



Steph ya hacia unos días que estaba en la ciudad, por lo que pudo disfrutar de todos y cada uno de los free walking y bici tours de la vuelta, por eso dejamos que ella fuera nuestra guía por la ciudad. Sería un gran pantallazo porque teníamos el tiempo justo. Todo el día para recorrer la ciudad.


Acá les dejo un mapa de los lugares históricos que recorrimos caminando ese día.


Nuestro city tour del centro de Ciudad del Cabo

Arrancamos el city tour desde el hostel hasta la Long Street, una de las calles más famosas de la ciudad por su historia y por su ritmo. Si bien cuando la recorrimos (es una calle super larga) era temprano en la mañana y no había tanto movimiento, digamos que podían verse los vestigios de la noche anterior. 


Long Street es una calle llena de bares, hostels, pubs. Todo ello montado en casas de época bien mantenidas del estilo victoriano. No he estado en Nueva Orleans (aún), pero estar allí me recordó a michos documentales sobre Mardi Gras, que he visto . Solo que aquí los balcones están pintados de colores super fuertes, super africanos. 


Desde Long Street fuimos a visitar Bo-Kaap, lo que queda del barrio formado por los esclavos malayos y musulmanes que habitaron la cuesta del uno de los cerros desde donde se controlaba la bahía en aquellas épocas del siglo XIX, el Signal Hill. Es un barrio de casas coloridas. No era que desde la época de los musulmanes tuvieran tanto color, sino que los habitantes de esa zona en los'90, a finales del Apartheid decidieron festejar el fin de una época con mucho color. Desde ahí el barrio o lo que queda de él (actualmente son pocas cuadras a la redonda) es un símbolo de la diversidad étnica.





Tenía muchas expectativas puestas en este barrio, un poco porque en mi mente lo quería comparar con Cartagena o Río de Janeiro (salvando las distancias). Digamos que me decepcionó un poco, porque estando allí sentí que solo eran casas pintadas para el turista en medio de un barrio que quiere vender artesanías. No percibí un verdadero mensaje. 


Luego de allí empezamos a recorrer un poco de lo que queda de historia de la ciudad, pasamos por la St. George Cathedral y el monumento "The Arch for the Arch" en honor a la lucha del arzobispo Tutu contra la segregación y su enfrentamiento al gobierno. Una catedral con mucha historia reciente. El monumento es un domo hecho con arcos de madera, que contrasta con toda la arquitectura del barrio.


Detrás de la catedral están los Jardines de la Compañia, con mucho verde y repleto de ardillas. Un pulmón de la ciudad que reúne a mucha gente.



Al final del jardín me topé con lo que para mi fue la primera plaza de Sudáfrica. Cuando recorrimos la zona del Kruger y algunos de sus pueblitos, me llamó mucho la atención que no hubiera plazas como nosotros la concebimos: un lugar de encuentro y pasatiempo para el pueblo.



También pasamos por la Corte Civil, el lugar donde se hacían las pruebas que te definian como negro, blanco (afrikaner) o mestizos y se entregaban las libretas que acreditaban a que grupo pertenecías. No es otro que el lugar que formalizó la segregación. De los resultados de esa libreta dependían los bancos en que podías sentarte, las playas en las que podías bañarte, los buses que podías tomarte, ..... de quien podías enamorte.



Después de estar un rato y discutir lo que para nosotros significaría este tipo de cosas, de masticar el coraje que te hace pensar lo que fue esto para un pueblo entero hace tan poco tiempo, decidimos seguir camino.

Pasamos por un Spicy Market, lugar de almuerzo de muchos locales y turistas también donde puedes encontrar desde comida india hasta la típica pizza italiana. 


Antes de seguir camino para el puerto, porque habíamos comprado de antemano los tickets para visitar Robben Island y nuestro catamarán salía a las 13hs, pasamos por el City Hall donde Mandela dió su primer discurso como Presidente.



El centro histórico de la ciudad es super caminable, en una mañana recorrimos gran parte de la historia del país. 


Cuando llegamos al V&A Harbour, el puerto de la ciudad y fuimos a retirar nuestros tickets para abordar el catamarán hacia Robben Island nos confirmaron que habían suspendido todas las salidas por inclemencias del mar. Son 3hs en catamarán para llegar a la isla, por lo que se puede entender que en Ciudad del Cabo el clima esté ideal, pero a mitad de camino a la isla, el mar esté revuelto. Nos devolverían la plata de los tickets.


Por los horarios de los tours (hay salidas a las 9am, las 11am y la 13pm) y su duración de 3 horas no podríamos cambiar el ticket para el día siguiente, porque perderíamos gran parte del día para recorrer los alrededores de la ciudad y nada nos aseguraba que al día siguiente el clima no estuviera igual y los catamaranes no salieran.

Así que nos quedamos con el gran pendiente de visitar Robben Island.







Para ahogar las penas nos quedamos en el puerto a tomar algo.

  

La tarde se puso muy divertida. Probamos cervezas artesanales sudafricanas en Ferrymans Tavern, de las mejores que he probado. Les recomiendo la Old Wobbly Lager!!!


Suponemos que estuvimos desde las 4pm hasta las 1pm (hora en que literalmente cerraba y eramos las únicas que quedábamos,.. creo), poniéndonos al día, riéndonos, haciendo nuevos amigos.



Una noche muy divertida a la que como tributo Jime le donó a la tierra todos los frutos secos que habíamos comprado de postre y yo le doné al mundo mi termo, mate y matera.


Al día siguiente, después del desayuno más rico del mundo, arrancamos la maratón. 


Un día para visitar: Table Mountain y toda la península del Cabo.


Nuestro recorrido terminó siendo este.



La primer parada fue la Table Mountain, una de las siete maravillas naturales del mundo.


Nuestro plan inicial fue subir en teleférico y luego bajar caminando, que es un trekking de 1,5hs que nos recomendaron y que da una perspectiva que dicen es única. Sin embargo, por el tema de que teníamos que cambiar de camioneta, terminamos subiendo y bajando en teleférico.





Subir hasta el teleférico me confirmó aquello que sentí cuando llegamos al aeropuerto. Ciudad del Cabo es enorme! Las construcciones llegan hasta donde llega la vista.


Pero eso no era nada, estar allá arriba de la montaña es algo indescriptible. Sopla el viento y lo que quieres es respirar y quedarte todo ese aire dentro. Es renovador. 


La belleza de las vistas para cualquier lado que mires te deja sin aliento. Creo, sin miedo a equivocarme, que mis ojos no habían visto nada igual.


Foto by Jime





Nos tocó un día totalmente despejado. Eso nos permitió tener vistas de un lado al otro de la montaña y a lo largo de los 3kms de la meseta.



La Table Mountain está encajada entre otras dos montañas que le hacen de marco, el Pico del Diablo y la Cabeza de León. Todas juntas forman un anfiteatro natural. A lo que, con buena visibilidad, se le puede sumar una vista lejana de Robben Island. 


La Table Mountain es una montaña de piedra por lo que no hay tanta vegetación y el lugar se podría decir inhóspito para la vida, sin embargo hay animales que viven allí, como es el caso de los dassie, unos mamíferos que tienen aspecto de roedor y que viven más que nada de lo que la gente tira. Dicen que también hay víboras y puercoespines, pero no tuvimos el gusto de ver ninguno.



La segunda parada fue Camps Bay, uno de los barrios más tops de la ciudad. Tiene una avenida de palmeras, que cualquiera podría creer que está en Miami, pero no. No podría ser Miami, porque el entorno natural es único.


A las espaldas del barrio están los 12 apóstoles, una cadena montañosa que parece proteger atentamente a toda la zona. Desde ahí también se puede ver la Table Mountain.


Foto by Steph

La playa de Camp Bay es enorme. Es una playa amplia, de arena blanca y agua turquesa. Dependiendo del viento lo grandes que sean sus olas. Algunos dicen que es una buena playa para surfear, pero cuando nosotros estuvimos ahí, el oleaje era poco.



Agosto no es época de calor, por lo que no había casi gente. Unos pocos caminantes y locales tomando el sol.



Desde Camp Bay continuamos hasta Hout Bay. Otra bahía enorme, con pocas olas, playa enorme y agua azul. Dicen que más allá de la protección de las montañas que protegen la bahía se forma una de las olas más grandes del mundo, de esas que vuelven locos a los surfistas.




Esta bahía también es famosa por su puerto pesquero, que se puede ver desde la playa y te regala la foto de muchas embarcaciones al costado de la playa. Esto podría ser algo que le quite encanto a la bahía, pero nada más alejado. Le da un toque de tranquilidad. Este es otro de los lugares elegidos por los sudafricanos para veranear. Llegar a cada bahía, cada playa fue genial, porque lo descampado, lo grande de las playas es algo inmenso. Se me ocurre comparar lo enorme que son con nuestra Playa La Moza en Santa Teresa o la playa del Punta Rubia, salvando las distancias. Hicimos la mayor parte del recorrido por la ruta M6, una de las carreteras con mejor vista por la que he circulado, después de las rutas de Nueva Zelanda. Muchas de las payas y riscos inaccesibles por tierra se pueden disfrutar desde esa ruta, donde existen "stops" para disfrutar de las vistas.



La M6 es una ruta que le ganó a la naturaleza por goleada. Fue construida en la ladera de las montañas y por partes, literalmente, circulas por huecos en la roca.

 

A los que les guste los desafíos de conducir, les va a encantar, porque es muy sinuosa, serpenteada, de las que te da el vértigo de acercarte a la banquina en las curvas. Tiene controles de velocidad en varios tramos y un peaje. Otra de las rutas por las que circulamos en la península, está en la llanura y pegada a la costa, donde circula una de las líneas de tren de pasajeros que une la península con Ciudad del Cabo.




Realmente les digo que todavía sigo impresionada por la belleza natural que tiene Sudáfrica. Estar 5 minutos mirando por la ventana de un auto o un tren o un bus, ya vale la pena de estar ahí. En cada mirada te topas con una postal. La penúltima parada fue en la Playa de Boulders, cerca de Simon´s Town, un  pueblo con mar y mucho movimiento. Es una playa diferente, porque es donde vive una colonia de pingüinos africanos desde hace más de 30 años.


Son pingüinos tropicales, super olorosos, protectores de sus crías, familieros. Sus pechos brillan como si fuera una tela satinada, en la que algunos tienen salpicaduras de manchas negras.



Amantes del mar y el sol. A la tardecita salen del agua a secarse después de un día de nado y pesca. La mejor hora para visitarlos es la tardecita porque seguro a esa hora los encuentran fuera del agua. En la mañana, seguramente estén en el agua en busca de alimento.



El ingreso a la playa se cierra a las 17.30hs, porque es parte del Parque Nacional Table Mountain  y tiene un costo de aprox. USD 5 (Rand 75).



Foto by Jime

Así, con la caída del sol llegamos a Muizenberg, otra zona residencial de la península con una de las playas más extensas de la zona. Muy conocida por sus casillas de colores a la que miles de personas han fotografiado y que por supuesto nosotras también fotografiamos.




A la tardecita se levanta una neblina marina que moja y que le da un encanto especial. Las montañas al fondo quedan como perdidas, desdibujadas.

 


En la playa no hay casi nadie, nosotras y otros visitantes contados con los dedos de la mano.


Foto by Steph

En el agua algunos surfistas que barrenan olas una y otra vez.  

Acá terminó nuestra maratón. Tocaba volver al hostel y aprontar las cosas para arrancar a la mañana siguiente la Ruta Jardín. Tocaba seguir dejándose sorprender. Mis Conclusiones


Ciudad del Cabo fue de esas ciudades de las que tenía muchas expectativas en movimiento, en color, en reivindicación. Me encontré con que es una ciudad enorme, no tan alta como la imaginé, no tan colorida como me la imaginé, no tan igualitaria como me la imaginé. Si me pareció una ciudad diversa, con algunos problemas de indigencia instalada.  Me di cuenta que la belleza de Ciudad del Cabo no está en la ciudad en si, en lo construido por el hombre, sino que en lo natural. La península del Cabo me pareció espectacular. No necesitas nada, ningún aderezo de modernidad para disfrutar de esa belleza, solo los sentidos. Por supuesto que es posible llegar a ella después de que el esfuerzo del hombre le ha ganado a la geografía con rutas que se construyeron en la roca. Obras maestras de ingeniería.  Por momentos me sentí en Europa. Este lugar es parte de África, pero como  le dicen de Uruguay, es la Suiza de África. Hoy, con mi hermoso diario del lunes, les digo que Ciudad del Cabo y la península es un lugar para recorrer en varios días, no en maratones. Para recorrer despacio, regalándose la oportunidad de sentarse en cada playa, respirar hondo, oler el olor a sal del mar, sentir el sol en la cara y seguir.

Siento que me quedaron grandes pendientes, como el Cabo Buena Esperanza. Pendientes o mejor dicho excusas. Excusas para volver.

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Hola! Soy Luján
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Una uruguaya, de profesión eterna estudiante, que eligió del viajar un estilo de vida.

Hace un tiempo me vinieron ganas de contar en un blog sobre mis experiencias, las sensaciones, la música y la gente que he conocido. También tomo fotos, que les iré compartiendo.

Los invito a mochilear conmigo.

 

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