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Punta Negra un refugio en Maldonado

gigorlu

Actualizado: 18 abr 2019


Este año tengo más presente que nunca la idea de recorrer las playas de Uruguay. Generar mis propias impresiones de lugares de los que me han hablado desde niña, de esos lugares por los que he pasado sin entrar.

En febrero durante Carnaval, me fui con mis amigas a Punta Negra. Un balneario del que sabía casi nada o nada, más allá de que estaba pasando Piriapolis y antes de llegar a Punta del Este. Tampoco la gente me había hablado mucho de él.



Es un balneario familiar a 10kms pasando Piriapolis, al que se puede llegar por la Ruta 10 o por Ruta Interbalnearia. Está a unos 108kms desde Montevideo, que ese día nos parecieron 300, porque había mucho tránsito. Llegamos de noche, a tientas, porque por Ruta 10 existe cartelería, pero menos que las que uno querría.


Balnearios de Maldonado

Alquilamos una casa, porque eramos unas cuantas. Al llegar mi primera impresión fue de agreste y despoblado, un lugar para llegar con vehículo propio. No hay hostels. Es un balneario de casas y de contenedores adaptados para vivienda, todas dispersas y muy bonitas. 


Al otro día todo se veía agreste y despoblado, lindo, justo como me lo imaginé una noche antes. Algo así como un refugio para quien se retira, jubila, y para las familias que buscan descanso. De camino a la playa se respiraba la calma, lo agreste, mientras en las casas las familias desayunaban en comunidad.



Dicen que los primeros pobladores se instalaron por 1960 y desde ahí poco a poco extranjeros, gente retirada y familias que lograron los ahorros para comprarse un terreno, edificaron allí. Poco más de 150 personas que vivan permanentemente allí. Aún no se ha dado la explosión inmobiliaria que en otros balnearios de Uruguay, como en Punta del Diablo. Es un pueblo de calles de tierra y casas lindas. No hay muchas facilidades, como almacenes o servicios públicos. Está tan cerca de Piriapolis, que todos tienen una moto o un auto para ir por provisiones y hacer trámites allí.



La playa fue la primer parada del día siguiente. La casa que alquilamos estaba a tres cuadras. Escuchábamos el ruido de las olas, pero todavía no habíamos tenido contacto con ella. Tuvimos que llegar hasta el final del trillo de arena para encontrar la playa.



Me sorprendí. La playa es una bahía enorme que va hasta Punta Ballena. Había mucha gente, pero es tan grande el espacio que nadie estaba hacinado. Hay una sola casilla de guardavidas. Desde el margen se pueden ver la ruta y su movimiento. A lo lejos se pueden ver los edificios de Punta del Este.






Es profunda, una playa para nadadores, porque si bien las olas no son enormes, das dos pasos en el agua y dejas de dar pie. El surf es uno de los deportes más practicados. El otro es la pesca. Dicen que se saca muy buena corvina, y debe ser cierto porque mucha gente estaba con sus riles.





Solamente hay dos restaurantes, con mucha onda y comida de calidad, con precios acordes a su servicio: El Ranchonda y Aquel Abrazo.


Para almorzar, el primer día, fuimos a Aquel Abrazo. Mucha gente nos había hablado muy bien del lugar y recomendado que fueramos. No fue sino llegar para sentir el cambio. Una casa de barro y madera con un parque rodeado de eucaliptus que dan sombra y donde puedes escuchar el silencio y respirar hondo. Por momentos, la música la ponen los gorriones.


Fuimos bastante tarde, por lo que no había mucha gente. Nos pusimos a conversar con Stella, la dueña. Una mujer con actitud, carisma y buena vibra. A mi me llamaron la atención las sombrillas que daban sombra a las distintas mesas. No eran convencionales. Eran al estilo de los abanicos chinos, como pintadas a mano.



Fue inevitable quedarse conversando con Stella, que nos contó como emprender te pone a prueba. Nos contó la historia de Aquel Abrazo. Porque es un lugar con historia, no muchos lugares logran generarla. Eso es un valor agregado a la experiencia en si.


De tarde, a la playa. Un atardecer de película. Un poco fresco para mi gusto, pero con llevar un abrigo se pasa de maravillas. Esa fue nuestra rutina de todas las tardes mientras estuvimos en Punta Negra.







Como estábamos en Carnaval, el sábado por la noche había evento en la Plaza del balneario. Se armó un escenario y se adornó la plaza con luces de colores. Se vendían chorizos, tartas, cervezas y refrescos a beneficio de la comuna. Quienes atendían la cantina eran las mozas de Ranchonda, la que les pusieron mucha onda.


En el escenario tocaron dos bandas de Maldonado con mucha onda. La primera tocaba covers de rock y la otra música más carnavalera. Para cerrar el evento vino una murga de Maldonado: Se va la Combi.

Disfruté mucho de ese rato en la plaza. Estaba todo el pueblo. Los que viven en Punta Negra, y nosotros, los que huimos del ruido de la ciudad siempre que podemos.


Definitivmente Punta Negra es un balneario al que eligiría volver cuando quiera poner mi mente en blanco o tomar decisiones. Dificil no encontrarte con tus pensamientos ahí. Las opciones de cosas para hacer allí no son muchas. Un buen combo de lectura, sol en reposera, comida rica, buena conversación de esa en la que te mirás a la cara y risa, te renuevan para esperar hasta la próxima escapada.


Piques


+El Ranchonda: Restaurante en Av. Chile y Lima, con platos simples y artesanales. Se recomiendan las pastas de la casa. El menú incluye platos con la pesca del día y ensaladas. Te esperan con su propio pan casero.

Horarios: En temporada, de lunes a sábados de 12 a 16 y de 20 a 0:30; Domingos de 12 a 16hs. Fuera de temporada solo Sábados y Domingos.

 

+Aquel Abrazo: El menú ofrece los platos tradicionales, pero en sus noches temáticas se puede probar paella, sushi o comida mexicana. Hay lugar para comer adentro o en el patio, muy recomendable. Ubicado también sobre la Av. Lima esquina Chile. https://www.facebook.com/AquelAbrazo2ElRegreso/

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Hola! Soy Luján
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Una uruguaya, de profesión eterna estudiante, que eligió del viajar un estilo de vida.

Hace un tiempo me vinieron ganas de contar en un blog sobre mis experiencias, las sensaciones, la música y la gente que he conocido. También tomo fotos, que les iré compartiendo.

Los invito a mochilear conmigo.

 

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