A medida que se acerca el verano, reaparecen las ganas de salir a recorrer, de escaparse de la rutina, de broncearse, de conocer nuevos lugares.
El 2016 no fue la excepción. Noviembre 2015 me encontró junto con un grupo de amigas pensando en alguna “escapada”.
Las playas de nuestra costa este fue nuestra primera opción, como le pasa a casi todos los uruguayos, pero como queríamos conocer nuevos lugares, se nos ocurrió como segunda opción: “escaparnos a Brasil”.
Teníamos claro que queríamos un viaje playero, con todo lo que ello implica.
Un viaje para descansar, disfrutar de la tranquilidad, de la ausencia de rutina, de mucha conversación. Un viaje para dejarse llevar por el ruido de las olas hasta quedarte dormido, después de haber comido un sándwich preparado ahí mismo. Un viaje para disfrutar de una cerveza helada después de volver de la playa, bañarte y ver como el sol te dejó la marca del bikini. Un viaje donde sabes que no vas a estar largas horas caminando con mapa en mano, haciendo largas colas o tomando muchos buses o trenes, como sucede cuando decides viajar a una ciudad. Son tipos de viajes muy distintos, que te desestresan de forma diferente.
La mayoría del grupo conocía la isla de Florianopolis, en el estado de Santa Catarina. Mejor dicho conocemos la zona de Canasvierias, que es la zona más popular de la isla. Lo resalto porque en la isla de Florianópolis hay muchas playas, algunas más hermosas, menos conocidas y menos concurridas que muchos no tienen ni idea.
Varios amigos me han hablado de ellas y están dentro de mis planes, pero esta vez no será.
Decidimos ir un poquito más allá.
Viendo relatos en la web y conversando con amigos llegamos a que un destino interesante de descubrir era la península de Bombinhas. Es una península a poco más de 1.400 kms de Montevideo y a unos 60kms de Florianopolis. Es una zona con varias playas para conocer y desafíos de trekking (hay muchos morros – cerros – que enmarcan las playas).
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Nuestra base sería el balneario de Bombinhas, a mitad de camino de casi todo. Reservamos una casa por www.temporadalivre.com, ya que como el grupo era numeroso, nos salía más barato que una posada. El hostel en los balnearios de ésta zona de Brasil no está muy extendido. Buscamos y solo encontramos uno que estaba completo para las fechas que íbamos y sus precios por persona nos salía más caro que el alquiler de una casa.
Partimos desde Montevideo en bus hacia Florianópolis y desde allí teníamos dos opciones para llegar al balneario de Bombinhas (considerando que descartamos el alquiler de un auto):
+ Tomar bus de las empresas Praiana a Itapema o Nordeste a Porto Belo desde la Rodoviaria (Terminal de Bus) de Florianopolis, por R$ 23. Teníamos una hora y media de viaje, con horarios poco convenientes. Desde Itapema o Porto Belo debíamos tomar otro bus local de Praiana interpraias que nos llevaría a Bombinhas. El cual tiene horarios irregulares y poco frecuentes, según nos comentaron.
+ Negociar el precio de taxis que nos lleven de Florianopolis a Bombinhas, sin escalas. En una hora de viaje (60kms). El tema es que las opciones son escasas, porque fuera de la Rodoviaria solo hay taxis oficiales de la terminal, los que tienen precios más altos y menos apertura a la negociación que cualquier taxi que circule por las calles de Florianópolis. Para encontrar uno de estos se debe salir de la zona de rotondas y entrar a la ciudad, lo cual con equipaje, lluvia y poco tiempo se convierte en la última opción.
Evaluamos nuestras opciones y nos jugamos a nuestro poder de negociación. Conseguimos dos taxis por R$ 200 cada uno (4 personas) más tasa de ingreso que deben pagar todos los vehículos que no tengan matricula de la región de Bombinhas.
Llegamos a destino un domingo de mañana, acompañadas de una fina lluvia mansa. Antes que nada, el destino fue la playa. Con mochilas y mate en mano rumbo a la arena blanca.
Descansamos, almorzamos, salimos de nuevo a descubrir el centro del balneario que sería nuestro hogar por lo que duraría nuestra “escapada”. El agua amainó, pero no pararía hasta el día siguiente.
Es lindo sentarse en la calle principal de un balneario y observar. Ahí está la foto más viva que podrías sacar de ese lugar. La gente va y viene, recién salida de ducharse después de un día intenso de playa, con sus mejores galas de vida playera o capaz no, capaz que los ves en bikini, con sombrilla y silla en mano, con olor a bronceador y playa.
La calle principal del balneario Bombinhas es su columna vertebral. Corre paralela a la playa. Repleta de restaurantes, tiendas de implementos para la playa, farmacias, supermercados. Muchos autos a paso de hombre. Muchos argentinos, de la zona de Córdoba. Muchos brasileros, de la zona de Santa Catarina, pocos uruguayos, pocos locatarios.
La primera playa que visitamos fue la playa que da nombre al balneario: Praia de Bombinhas.
Es una playa muy familiar. La postal la hacen los niños jugando en la orilla del mar. Por la mañana es espaciosa, aunque a medida que avanza el día la arena va cediendo lugar al mar y la gente que cual puzzle se acomoda dónde puede, al borde del hacinamiento.
Se parece bastante hasta ahora al recuerdo que tenía de Canasvieiras en Florianopolis, excepto por la ausencia de chiringuitos móviles que recorren la playa. En la playa de Bombinhas no los hay. Existen paradores que tienen mozos dispersos por toda la playa vendiendo cerveza y almuerzos de playa (productos del mar y demás frituras) y Chiringuitos anclados en distintas calles que bajan a la playa, ya que hacen de miradores también.
Mi recuerdo de los chiringuitos eran carritos móviles muy pintorescos que te preparaban jugos, caipirinha y vendían cervezas larger locales. Aquí son contenedores industriales acondicionados para la venta milho, churros, agua de coco, caipirinha, cerveza Skol y Brahma. En la parte de arriba, el techo, los han acondicionado para que sean un deck donde sentarse a tomar o comer y de noche cuando el chiringuito cierra hacen las veces de mirador.
Hay mucha limpieza en las playas, lo cual fue algo que me sorprendió positivamente. Estoy en una etapa de mi vida donde creo haber tomado consciencia de la importancia de mantener limpio el medio ambiente. Empezando por nuestros residuos y siguiendo por el reciclaje. Me sentí muy bien cuando me encontré tirando nuestra basura junto con un limpiador de playas que me saludó con una sonrisa en la cara, a modo de aprobación de mi comportamiento: ¡bien!
Desde Bombinhas se puede caminar hasta otras playas más pequeñas. Así fue que conocí las playas: Prainha y Lagoinha.
Ese día había olas grandes, a las que les tengo mucho respeto, por no decir miedo, entonces salí a caminar en busca de una playa con menos olas. Si caminas por la playa alejándote de la zona de Bombas, vas a encontrar un puente de madera seguido por una pasarela de madera que se adentra en la maleza, bordeando el mar (apunte: las vistas de la playa de Bombinhas desde ahí son hermosas) vas a llegar a Prainha. Es una pequeña playa, cerca de un muelle, con un parador y una empresa de tour de buceo. El agua es muy tranquila, verde, transparente. Ideal para cuando los padres quieren jugar con sus hijos en el agua.
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Si sigues caminando por la playa te encuentras con Lagoinha. Esta es más rocosa y buena para el snorkel suponemos, porque muchas personas, que suponemos venían juntas en tours estaban practicándolo. La vista de la bahía desde ahí es bella. En la tarde sobretodo, cuando los barcos pesqueros vuelven después de la pesca diaria y se resguardan hasta el día siguiente. De vez en cuando el cielo aquí te regala un arco iris.
Cerca de Bombinhas está la tercera playa que conocimos: Playa de 4 Ilhas.
A unas 7 cuadras del centro de Bombinhas, yendo por la principal hasta el local de conveniencia Summer y de ahí a la derecha hasta ver un morro, te encuentras con una de las playas más lindas que encontré en este recorrido. Una playa amplia, enmarcada entre dos morros, con mucho más margen de arena que la playa de Bombinhas y el chiringuito con la mejor onda y los mejores creps de queso del viaje.
Esta es otra playa familiar, pero con el toque de estar escondida entre morros. En uno de ellos hay casitas de colores, muy lindas que le dan un toque especial. De hecho me encontré con un señor que estaba pintando en acuarela un lienzo donde esas casas eran las protagonistas.
En esa parte del morro, también había un camping, que parecía estar repleto.
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Otro de los días salimos a la aventura de conocer la otra cara de la península. Nos levantamos temprano, desayunamos y fuimos a tomar el bus interpraias de Praiana, el amarillo. Fue ahí también donde pudimos verificar que no tiene horarios fijos, sino que es bastante irregular en su recorrido. Nosotros lo tomamos a las 10hs en la calle principal de Bombinhas.
En un viaje de una hora por distintas zonas, entre ellas Canto Grande y Zimbros, llegamos a la cuarta playa que conocería en este viaje: Playa Mariscal.
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Nos bajamos del bus y desde ahí hasta encontrarnos con la playa tuvimos que recorrer más de un kilómetro. Esfuerzo que vale totalmente la pena, una vez que llegas a la playa y ves su inmensidad y presencia. Es una playa enorme, enmarcada entre morros, con olas grandes y arena blanca, con poca gente.
Mariscal, es de esas playas lindas para salir a caminar conectado a un mp3, escuchando tu música, mientras respiras hondo.
Por supuesto que lo hice.
Pasamos todo el día en la playa. Volvimos de noche a Bombinhas con ese cansancio típico de sol, brisa y mar.
Otra tarde nos escapamos a Camboriú. De mi viaje a Florianópolis recuerdo que visité la ciudad y había quedado enamorada de una playa que estaba escondida atrás de un morro. A la que llegabas en teleférico. La playa se llama Laranjeiras. Arrastré a mis amigas a la aventura con base en mis recuerdos y me llevé una sorpresa. Es impresionante lo selectivo de nuestra memoria.
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El verde del agua no era tan verde como lo recordaba, el morro no era tan alto como recordaba, la playa era más sucia de lo que la recordaba. Creo que llegar a las 18hs tiene mucho que ver, a esa hora el sol ya se esconde detrás del morro y el sol no pega en el agua. Además ese día estaba nublado. La gente se estaba yendo, porque a las 20hs deja de funcionar el teleférico que es la única vía de regreso para el que no accedió en auto.
Estuvimos poco rato y seguimos recorriendo Camboriu. La comparamos con Punta del Este. El balneario vedette de nuestro país. Existen muchos, por no decir demasiados, edificios altos. A tal punto que a las 5 de la tarde la rambla o beira mar, como se le llama en portugués, comienza a apagarse de luz natural y se encienden las muy numerosas luminarias que la recorren.
Podría decirse que no es un balneario, sino una ciudad pujante, un polo económico del sur de Brasil, con mucho movimiento de turismo.
A medida que el regreso se hacía inminente comenzamos a reflexionar de la importancia de dejar “pendientes” para próximos viajes. Esas pequeñas o grandes excusas para volver y vivir nuevas experiencias en lugares que ya “conocemos” o creemos conocer.
Dentro de ellos nos quedó visitar, están:
+Praia Da Sepultura, que es la playa siguiente a Lagoinha. Se llega en auto o caminando desde la calle principal de Bombinhas hasta el final. Hay que subir un morro, siempre siguiendo la calle, un poco empinado. Donde termina el camino asfaltado comienza uno de tierra que baja a la playa. Todo esto según nos dijeron. Nos la recomendaron para hacer snorkel.
+Praia Tainha, que es la playa más alejada en distancia al centro de Bombinhas, porque está en una bahía al otro lado del Morro Do Macaco. Teníamos muchas ganas de ir, de hecho una de esas mañanas, bien temprano, salimos en busca de transporte, pero no logramos concretar. El bus interpraias no pasaba y los taxis no aparecían. A todo esto, se acercaba el mediodía y desistimos. Ese día había viento, pues la noche anterior había llovido. Según nos contaron es una playa pequeña abierta al mar que los días de viento tiene olas grandes y hasta se practica surf. Los días tranquilos es buena para el snorkel porque tiene aguas transparentes. Para llegar desde Bombinhas puedes tomar el bus o contratar taxi, pero te dejan al pie del Morro el Macaco y tienes que cruzarlo para llegar. Es un trayecto duro, pero la playa vale la pena, según nos contó uno de los pocos taxistas que encontramos.
+Trilhas, como le llaman ellos a los trekking. Como la mayoría de las playas están enmarcadas entre morros, el subirlos es un reto casi obligado. Nosotros teníamos ganas de hacer la Trilha del Morro Dos Macacos, para llegar a la cima y tener la vista de 360 grados de toda la región de Bombinhas (Mirador Eco 360). Según leímos en la web, son 700 mts, de dificultad moderada y vale mucho la pena. Tienes que llevar zapato adecuado (no zapatillas de playa), gorro y agua para el camino.[1]
+Praia Canto Grande y Zimbros. Son playas grandes que están al otro lado de playa Mariscal. Se puede llegar en el bus interpraias o en taxi. Son alejadas de Bombinhas, pero por lo que pudimos ver en el recorrido que hizo el bus hacia Playa Mariscal, son muy lindas.Disfruté mucho de ésta escapada a la zona de Bombinhas. La impresión que me dejaron es la de ser un paraíso a un poco más de 1.000 kms de casa, que nada tienen que envidiarle a los paraísos asiáticos de Tailandia o Vietnam. En algún punto podría pensar que están en un punto medio. Que son una mezcla casi perfecta de las playas de Tailandia y Vietnam que conocí. Las playas de Phi Phi Island, de Krabi y Puket en Tailandia son quizás más cristalinas, más transparentes, con menos olas y agua más tibia, pero a quien no le gusta refrescarse con un chapuzón que le saque el calor que te deja el tomar sol tirada sobre tu pareo. De vez en cuando una ola es bienvenida, sobre todo por el ruido. Dejarse llevar por ese sonido, mientras lees un libro a la sombra, no tiene precio. En Vietnam conocí las playas de Nha Trang y Cua Dai en Hoi An. Hermosas, agua refrescante con alguna ola, pero le faltaba el paisaje de los morros que parece te protegen cuando estás en el agua. Sin lugar a dudas la inmensidad de Brasil sorprende. Hay tantos lugares escondidos, o no tanto, por conocerle que aseguran mis “escapadas” de aquí en mucho tiempo. Datos útiles: +Si buscas movida nocturna, no está en Bombinhas. Los clubes más cercanos están en Porto Belo, llamado “Bali” o en Mariscal, llamado “Mentawai Bar”. La movida Bombinense se concentra en tomar y escuchar música enfrente al local de conveniencia llamado “Summer”. Ahí podes encontrar tanto turistas como locatarios. El ambiente se pone lindo.
+Si quieres tomar un helado en la playa, tienes que pedir un “picolé”: palito bombón helado.
+Cenar en cualquier restaurante no sale menos de 8 USD. La oferta de los restaurantes se concentra en los frutos del mar, pizza y pasta.
+No dejen de probar cerveza Original. Es una cerveza local. Si te gusta la cerveza negra, prueba Brahma Preta.
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